Historias de pequeñas venganzasHistorias de pequeñas venganzas Aguascalientes, Ags. Viernes 31 de julio. “Julio, mes nombrado en honor del dictador romano Julio César, quien nación en este mes”. Por Horacio J. González Corría el año de 2007 y Ricardo Avilés Tiscareño se encontraba al frente de la Universidad Tecnológica de Aguascalientes en tiempos de Luis Armando Reynoso y su ya conocida animadversión a todo lo que oliera a Martín Orozco. El presidente municipal fue invitado al evento de graduación de la institución y eso le costó su puesto en la rectoría. La venganza fue implacable, a pesar de que la entonces hermana del gobernador haya dado su anuencia para correr tal cortesía. Así se cobraba la afrenta de convocar al enemigo del palacio vecino. Pasan los años y tanto los odios como los agravios sólo cambian de nombre. La reciente elección de Martín Muñoz Castillo como titular del Órgano Superior de Fiscalización de Aguascalientes es ahora el motivo para mostrar que el poder suele ser tan ciego como el que olvida lo vivido hace unos años. El que sufrió los embates del palacio mayor ha resultado, curiosamente, un devoto reproductor de los mismos y justamente en contra de miembros de su propio partido. María Isabel Rosales Chávez ha sido toda su vida una reconocida simpatizante de Acción Nacional, además ser miembro del Consejo Estatal, pero además es una profesionista que igual se ha desempeñado en la iniciativa privada como en el servicio público de manera pulcra. Hasta hace unos días era la titular de la Coordinación de Bibliotecas Públicas en el estado en la estructura del Instituto Cultural de Aguascalientes. Luego del resultado en donde los diputados locales no acataron la instrucción-recomendación de Orozco Sandoval para definir la titularidad del OSFA, vino la respuesta en contra de grupos y Rosales Chávez tuvo que dejar su actividad profesional luego de casi tres años de fructífera labor en dicha área. La egresada de la carrera de Comunicación desarrolló en su encomienda cambios sustanciales en los municipios que permitió que se profesionalizara y se reconociera el trabajo de los bibliotecarios como no había sucedido antes. Se les dotó de cercanía técnica y sus voces tenían peso. Eso se acabó. La venganza se consumó. Hoy Martín Orozco Sandoval como hace mil años se asemeja a un rey inglés que se burlaba de sus aduladores que lo llegaban a comparar con Dios. “Eres el más sabio, el más poderoso”, le recitaban a coro. Si eso es cierto, respondía Canuto, le ordenaré al mar que retroceda y que además cesen sus olas; tras la respuesta implacable del mar, los aduladores callaron.